domingo, 21 de diciembre de 2008

Las Torres del Mar 2ª (1990)


LUCAS


Hola, me presentaré, soy Lucas, tengo ocho años, o eso creo.
Tío Bernardo me echa eso, dice que yo ya he pasado ocho inviernos desde que nací, dos inviernos después del incendio del Castillo de Samos, según él, una tragedia, pues en el murieron muchas personas, mas de treinta, fue un incendio terrible que ardió durante dos días.


EL VIAJE I


Hace una semana que salimos al camino dirección este, camino del mar, tenemos suerte, porque no vamos andando como la mayoría de la gente con la que nos cruzamos, nos desplazamos en una carreta, al ritmo cansino de Aurelio, un penco de buen humor. Por lo menos, así nuestros pies descansan la mayor parte del tiempo y solo algunas veces tenemos que bajar para empujar la carreta, cuando esta se queda atrapa por el barro, que anega el camino desde que salimos de casa.
Casi todos los días llueve, no mucho, pero si lo suficiente como para hacernos el viaje mas difícil.


TÍO BERNARDO


Tío Bernardo es carretero, su trabajo le obliga a estar siempre en el camino, desplazándose por toda la región llevando cosas que siempre se necesitan en otro lugar, como el dice lo que esta aquí se necesita allí y lo que esta en ese otro lo quieren acullá. Es de tamaño mediano bastante fornido según Berta mi hermana mayor, un calavera, un mujeriego y un sinvergüenza que no cambiará nunca, según mi otra hermana Benita. Siempre canturreando canciones populares y con un cepo en todos los sitios donde va, no sabes como se las apaña para dormir siempre acompañado con una mujer diferente, yo siempre he dicho que de mayor quiero ser igual que el, aunque yo soy un poco mas callado y también un poco mas prudente.


MI PUEBLO


Nuestro paso lento nos alejaba cada vez mas de mi aldea natal, Libe, una treinta casas reunidas en torno a una plaza y en esta a un fresco caño del cual sale un agua como la nieve en invierno, siempre esta fría y allí se repone el agua que todos bebemos. Mi pueblo es acogedor, todos nos conocemos, y nos juntamos tras el verano para celebrar la recogida de la uva, hacemos una gran fiesta, donde todos disfrutamos comiendo y bebiendo sabrosos manjares y vituallas. Papa me dijo que solo estaría dos inviernos con Tío Juan.
Yo nunca he visto el mar y tío Bernardo me acompaña a su casa que esta en un pueblo costero, donde se come pescado a diario, y además tiene un puerto muy bonito, y lo mejor de todo, solo esta a cinco leguas de las Torres del Mar, tío Bernardo dice que como ellas no hay nada en todo el mundo, y el conoce mucho.


EL VIAJE II


Allí al fondo entre la bruma de la mañana mi impaciencia terminó, mi tío me dijo que me humedeciera los labios, pronto saborearas la sal que lo invade todo, yo así lo hice visiblemente emocionado. Una línea grisácea que se agrandaba a medida de que Aurelio nos acercaba poco a poco. Luego lo perdimos de vista pues una colina que al principio parecía pequeña se fue cruzando para impedir que siguiéramos viéndolo. Luego cruzamos un ramblizo y el camino volvió a encarar en dirección al agua, paramos a almorzar junto a una higuera verdal que apenas tenia ya algún higo, ya era tarde para esta y además estaba tan cerca del camino que estaba esquilmada incluso en plena temporada, al final de la misma estaba para pocos atracones.


EL MAR I


De nuevo salimos al camino, un buen rato después atravesamos unos brezos bastante tupidos y al girar de nuevo, nos encontramos con el mar a tiro de piedra, salté del carro y corrí hacia la orilla, al poco mis pies comenzaron a hundirse en la arena de la playa, tropecé un par de veces, di un par de traspiés, sin terminar de caer en la arena, me paré a un par de metros del la orilla justo en ese momento el sol se dejo entrever entre las nubes.
Que sensación mas maravillosa, la intensa brisa marina, la algarabía de los pájaros que revoloteaban dentro del agua pillando peces. En silencio pasé así un rato, perdí la noción del tiempo, como embrujado solo el grito de los pájaros me volvió a la realidad. Miré hacia atrás, tío Bernardo estaba sentado en una piedra junto al camino comiéndose un pero, al cual pelaba con esmero con su vieja navaja.


EL MAR II


Caminé hacia delante y pronto noté que el agua estaba fría, las olas llegaban a mis pies y pronto alcanzó mis rodillas, me paré, mis dedos se escurrían entre la arena y me costaba mantenerme derecho, bajé la mano hasta tocarla y juguetee con ella, me lleve la mano ala boca y la probé.
Luego camine un poco por la orilla y después me di un baño que me arranco toda la mierda que llevaba pegada en cima de todo el camino.
Esa tarde la pasamos allí mismo, pescamos lo que pudimos y lo comimos asado en la lumbre.


EL VIAJE III LLEGADA A AORÉ


A la mañana siguiente reemprendimos el viaje por la costa, en dirección norte, mi tío auguró otra semana de viaje antes de llegar a nuestro destino. El carro se desplazaba paralelo al mar, solo lo perdíamos de vista cuando la orografía del terreno nos lo impedía.
Al principio eran pocas las personas que nos cruzábamos, pasados dos días el trasiego se intensificó bastante pues la zona estaba mucho mas habitada.
Una tarde lloviznosa llegamos a nuestro destino, Aoré.
Por sus calles la gente se agolpaba en un frenesí difícilmente imaginable por mi antes de aquel momento, todo era nuevo para mi, los comercios, las gentes, los carruajes.
Tenia un gran barrio artesano donde se manufacturaban todo tipo de productos y mercaderías. Herramientas, aperos, utensilios, comida, dulces había de todo por las callejuelas de la ciudad
Bernardo me llevaba a la casa de los Cirene, unos tíos segundos míos por parte de mi padre, a los que nunca había visto antes de aquella tarde, no tardamos en llegar a dicha casa, grande y digna de sus adinerados inquilinos.


LOS CIRENE I


Juan de Cirene me acogió en su casa durante mi juventud, que sin yo saberlo se prolongaría durante siete años, muchos mas de los que me hubiese imaginado al emprender el viaje que concluía esa tarde, Juan de Cirene, como luego averigüe, era hermanastro de mi padre, de un matrimonio anterior al de la abuela Margarita.
Era el rico de la familia, bueno rico no, pero si adinerado, había prosperado en Aoré desde joven, y tras pasar por varios trabajos hasta que comenzó con el negocio de alpargatas y esparteñas, luego comenzó con unas vecinas remendando sacos, a su cargo llegaron a coser mas de veinte mujeres, para entonces ya vendía cacharros de cocina, de barro y de cobre y alfombras.
Fue entonces cuando casó con Tía Leonor hermana de un amigo de Tío Juan, poco tiempo después el hermano de Leonor, Don Diego, murió de un patatús sin que nadie pudiese hacer nada por el.
Los Cirene tenían un comercio en la plaza principal, allí vendían utensilios varios, objetos de esparto como serones, cachuleros, esparteñas, sillas de mimbre, cacharros de cocina, alfombras, y un largo etcétera de objetos casi todos de uso doméstico que el dueño había trabajado durante mas de treinta años.


LOS CIRENE II


Yo fui poco por el comercio, solo para llevar o traer algo.
Este negocio permitía a mis tíos Juan y Leonor de Cirene vivir sin ningún tipo de agobio, incluso con algún moderado despilfarro
A pesar de su reconocida racanearía, sobre todo de tía Leonor.
Allí madure durante mi juventud, fui empleado en el servicio doméstico de la casa y no en el negocio de la familia, yo era el chico para todo en el quehacer domestico. Acompañaba a la Señora Casilda a la compra, limpiaba con Juan todos los rincones de la casa, ayudaba en la cocina, con Pedro en la cuadra, la casa era grande y las faenas en ella nunca acababan.
Allí fui educado y aprendí a leer y escribir durante algunos años, siempre de una manera parcial y escasa, pues yo tenia muchas faenas que cumplir para como último recurso acudir a la clases del maestro Hugo, los niños que me acompañaban eran sobrinos y nietos de los dueños, o sea también primos míos en ignorado grado de parentesco, además de algunos vecinos y allegados de la familia.
Recuerdo que cuando inicie mi enseñanza mis compañeros de clase me acusaban de bárbaro, bruto y primitivo. Pues yo era un ignorante en casi todo y mi saber solo abarcaba lo mas primario.


LOS CIRENE III MI EDUCACIÓN


Cosa que me prometí que iba a cambiar, nunca destaque en los estudios pero si en mis habilidades personales, Llegando a ser uno de los mas hábiles y con un desparpajo mas abierto.


LA REUNIÓN I


La casa de los Cirene proporcionaba a sus propietario una imagen de estabilidad y prestigio social, normalmente servia solo a sus propósitos normales, también sucedía que cuando ocurría algo importante en la ciudad, y ante a ausencia de algún edificio publico los dirigentes vecinales se reunían en alguna casa de estos, y eso es lo que sucedió aquella noche en la casa de los Cirene, la reunión fue precedida de una cena en el salón de la casa, y tras la cena el servicio recogió la mesa y las mujeres se fueron al costurero próximo a la alcoba de la señora de la casa, los hombres al amor del fuego permanecieron hablando durante varias horas mas.
Como pude conseguí oír de lo que ahí se hablaba, escondido tras unos aparejos, yo tenía ya más de quince años. El dueño de la casa empezó la conversación que mas tarde concluiría de una forma mas acalorada, la reunión se dividía en dos facciones fundamentalmente, los a favor de la expedición de Orné y los que estaban en contra de la iniciativa de este.
Parecía increíble que tras más de cincuenta años, de los que Sánchez Onete, propuesto para alcalde, apenas tenia el recuerdo de lo que de pequeño le contaron.
La gente seguía elucubrando de lo que les aconteció en la expedición a estos pobres desgraciados.
Todo estaba normalmente tranquilo, hasta que hace tres días alguien calló desde la altura y lo más misterioso de todo, no de la torre sur, sino desde la norte y más alejada de la costa y distinta de la que entraron.


LA REUNIÓN II


El silencio se hizo en el comedor cuando Antonio Gáñale nombro al hermano Josías como el individuo encontrado flotando junto a la base de la torre norte, muerto tras la caída y prácticamente destrozado por el golpe pero perfectamente reconocible, fue encontrado por unos pescadores que oyeron el impacto contra el agua cuando pescaban allí cerca, un poco mas cerca y hubiese partido la barca en la que faenaban.
Mis escasos conocimientos se tornaron en mucho mas amplios tras aquella noche, El Padre Orné, cofundador de la secta cristiana Anita, muy extremista y radical, Desde la muerte del hermano Carisa. Orné se autoproclamo sucesor de este, y lideró la orden que llego a tener en algún momento un numero de seguidores que sobrepasaban la centena. Estas debía su nombre a Aguste Annette un monje francés nacido en el Languedoc o Medio Día francés traslado a sus hermanos de fe desde esta región francesa al norte catalán a escasa millas de la ubicación de las llamadas Torres del Mar, hay muchos que lo acusan de corrupción espiritual y de haber vendido su alma al diablo y que su fe se había transformado en una oscura magia con un solo objetivo, conseguir el conocimiento pleno del mayor misterio del mundo: Las Torres del Mar. Creía ciegamente en llegar a Dios a través de las torres y no sabia cual iba a ser el pago por dicha ceguera.


LA REUNIÓN III


Del inmenso misterio que envuelve a estas desde el origen de nuestra civilización, las leyendas se sucedían de una forma cíclica y cada vez más fantásticas y pintorescas que rayaban en el absurdo.
Orné tenía un lugarteniente que con el tiempo se convertiría en su mayor enemigo, el Padre Sare, pero esto sucedería ya iniciado el viaje al interior de la torre y los reunidos allí ignorarían este datos durante mucho tiempo.
Sare, también de origen francés, nacido en Nantes, era uno de los mas jóvenes expedicionarios. Y pronto por su ambición consiguió el favor de Orné, y fue nombrado por este como su sucesor.


LA TORMENTA


Tres días después de la reunión el tiempo empeoró mucho. Esa tarde comenzó a llover en toda la región, durante todo el día siguiente estuvo lloviendo abundantemente, la noche del veintiséis llovió tanto que nadie del lugar recordaba algo así. Aoré era un pueblo junto al mar, numerosas ramblas se desbordaron y ocasionaron riadas que arrastraron al mar muchas casas y hubo numerosas muerte ocasionadas por el agua que las arrastró sin piedad a mas de cincuenta personas ahogándolas, algunas aparecieron días después a varias millas de la costa, otras no aparecieron nunca, Este no fue el caso de


EL INICIO


Las leyendas, lo verdadero y lo mitológico se funden en la oscuridad del pasado.
Durante siglos se ha tratado de dar una explicación a la naturaleza de las Torres del Mar, esos dos monolitos de un tamaño descomunalmente grande nunca han permitido que nadie se acerque o si así lo intentan se precipite al fracaso, sin explicaciones y sin miramientos, lo único que parece verdad, es que poseen conciencia propia.
Hubo una pequeña aproximación, el siglo pasado cuando un vecino de Aoré muy ágil consiguió escalar los doscientos metros de altura que separaban la superficie del mar de una pequeña abertura que permitía introducirse en el interior. Carlo que así se llamaba aquel hombre, caminó por el interior durante dos días, hasta que se le acabo la comida que llevaba y tubo que volver al inicio de su viaje, de vuelta resbaló y murió al golpearse contra el las embarcaciones que esperaban abajo su regreso, solo pudo decir cuando fue rescatado, que había caminado en la oscuridad durante dos días y decidió volver cuando se le acabo la luz, unas velas y la comida.


LA LLEGADA


Solo la aventura de Orné y sus seguidores parecen haberse enfrentado al misterio, todos los que los vieron partir creen que deben haber muerto persiguiendo su locura. Esto ocurrió hace más de sesenta años.
Los primeros miembros de la orden Anita llegaron a la ciudad de Aoré hace unos setenta años, renovaron una vieja edificación costera próxima a las torres y la trasformaron en un convento desde donde se planeo el asalto a la torre sur durante unos diez años. Indagaron en los precedentes y en la iniciativa de Carlo
Estudiaron a fondo la morfología y transcribieron todo lo escrito antes acerca del misterio


LA CARNICERÍA


Cuando Orné llegó tres años después, todos se atemorizaron,
Orné mas fanático que el padre Carisa planteo un orden y una sistemática de trabajo mucho mas radical, los hermanos se convirtieron en deportistas andando, corriendo, escalando, ayunando.
También se planteó que la altura de los hermanos impediría el normal progreso de la marcha pues la entrada solo era de un metro veinte, según lo relatado por Carlo el aventurero.
Todos los hermanos que superasen el metro y medio deberían abandonar la idea del la expedición.
Tras una oscura intriga con Cirene, Orné consiguió vencer, primero torció su voluntad y el plan de Orné se llevo a cabo. Varias semanas después Carisa murió victima de un barrunto.
Algunos insinuaron que lo habían asesinado, pero pronto loas voces callaron
Un tercio de los hermanos superaba el metro cincuenta. Así que no se resignaron y la fe los motivo a la tragedia poniéndose en manos de un asesino sin escrúpulos, la tragedia empezó con la aparición de el hermano Date, Florence Date, un carnicero que operó a dos hermanos con dos técnicas diferentes, primero las piernas, estos no superaron las operaciones, quedando cojos y no aptos para la aventura, meses mas tarde Florence lo intento de nuevo, pero esta vez lo intento con una operación diferente, quitó tres vértebras al hermano Amadeo, tras muchas meses de rehabilitación Amadeo quedó tullido, pero vivo, Estos fueron los tres primeros mártires de la causa, Amadeo murió dos años mas tarde, a solo dos del inicio de la aventura.


LA ENTRADA


Seis meses antes de la expedición cinco monjes escalaron hasta la entrada de la torre sur, a su regreso dejaron preparada la subida del grupo. Orné impaciente subió con ellos y preparo minuciosamente el plan de ataque, no llevarían nada mas que alimentos, agua y velas.
Anduvieron durante una semana y volvieron mas delgados austeros, como si esa experiencia plantease un mal presagio,
A doscientos metros de altura, a la vuelta contemplaron la costa catalana, soplaba un levante fuerte que azotaba la boca del túnel. El regreso fue menos duro pues las cuerdas llegaban casi a la superficie del mar y el chapuzón de llegada fue recibido con alborozo por los civiles y con bastante recato por los demás hermanos desplazados hasta allí.


EL CAMINO DE DIOS


La mañana del 17 de mayo, Tras una lenta ascensión cuarenta hermanos de la orden Anita, penetraron en la torre sur repletos de ilusión y con un futuro incierto. Las autoridades mas importantes de Aoré, varios hermanos y algunos pescadores y curiosos despidieron a los intrépidos expedicionarios, tras unos minutos se perdieron allá en la altura. Orné dirigía el grupo que cargado de víveres fue penetrando en la oscuridad del túnel.
Caminaron durante jornada de veinte horas durante semanas, el motivo de su viaje era encontrar a dios allá en la altura


LA RAMPA


El túnel se estrecho a un diámetro poco superior a un metro, lo que nos obligó a caminar doblados. Otras quince jornadas así, la peor tortura. Fue entonces cuando llegamos a la rampa.
Este fue el autentico punto de inflexión del viaje, el poder o no poder regresar nunca más. La opinión de Orné fue in cuestionada, todos sufrimos la mas brutal patada, en nuestro orgullo. Todo el viaje hasta allí fue un suave ascenso, ahora la caída era casi en picado unos cincuenta metros con una inclinación superior al 300 por ciento. La decisión fue tomada y uno a uno fuimos resbalando por la rampa en dirección a la oscuridad. El hermano Demetrio fue el primero, la luz que llevaba sujeta a la frente fue desapareciendo en la oscuridad. Al rato avanzó unos pasos y pudimos ver un pequeño punto luminoso y gritando nos indicó que estaba a salvo, todos nos miramos en silencio, un gesto de Orné indico al resto que la decisión de seguir adelante ya estaba tomada, jamás podríamos volver por este camino, el obstáculo seria insuperable en dirección contraria. En menos de media hora ya estábamos rodos abajo, algunos con magulladuras, pero todos enteros, tras una sala de unos veinte metros cúbicos encontramos un umbral muy bien labrado y un pasillo de unos dos metros de altura, con las paredes perfectamente lisas y a plomo que comenzó a serpentear caprichosamente como los meandros de un río.


LA SALA LUMINOSA


Andamos durante mucho tiempo, siete jornadas más, la comitiva llegó a un espacio muy amplio y desolado. Extrañamente iluminado desde todos sitios excepto desde el suelo en el que se aprecia una ligera sombra, podíamos ver un volumen de unas dimensiones enormes, de muchas millas, era inimaginablemente grande y con forma cúbica, sin ningún tipo de resalte, columna... ni señal alguna de bóveda o algo semejante. El padre Orné que desde hacia días caminaba en cabeza sin mirar atrás, miró al padre Sare, enseñándole una reseca y siniestra sonrisa que hizo sobresalir aun más sus pómulos. A Sare le pareció un cadáver escondido tras una abundante barba y sus ojos hundidos brillaban extrañamente.
Unas dimensiones como estas eran imposibles dentro de la Torre.
Este fue uno de los mayores misterios que nos encontramos en nuestro camino.


LA MARCHA POR LA SALA I


Orné radiaba de emoción al contemplar esa superficie de limites invisibles, ambos siguieron andando, abandonando la gran abertura ojival en la que había desembocado el pasillo por el que andábamos que señalaba el final del largo pasillo y adentrándose unos metros en la nada. Los demás permanecieron junto al umbral observando con estupor a sus guías, murmurando a espaldas de los dos dirigentes y con rostros de angustia ante la desolación de aquel lugar. Orné ordenó seguir adelante con un enérgico gesto y todos le siguieron servilmente, se santiguaron y comenzaron a andar adentrándose en la nada. Los más rezagados volvieron la mirada atrás como despidiéndose de la seguridad de aquella cada vez más pequeña referencia.
Orné miraba al frente sin importarle para nada aquella tremenda locura que para todos estaba cometiendo. Con la distancia aquel punto se perdió, Caminaron a buen ritmo durante mucho tiempo, sin oscuridad sin sol sin luna sin estrellas, solo una claridad fantasmal que apenas produce sombras, que viene de todos lados.
Tras varias jornadas de marcha el miedo de unos pocos al principio se convirtió en pánico generalizado de todos, incluido Sare. Solo la locura de Orné impedía que este se diese cuenta de lo que realmente estaba sucediendo. Pero nadie dijo nada.


LA MARCHA POR LA SALA II


La primera jornada duró sesenta horas, y la segunda otras tantas,
Orné dejaba dormir a su gente claramente en contra de su voluntad, él no dormía se quedaba mirando fijamente el suelo y así permanencia durante las horas de sueño del resto, Un máximo de cinco era lo que permitía a los demás. Impaciente despertaba bruscamente a Sare y este se encargaba de levantarlos y meterles prisa para poder seguir adelante sin tardanza en su viaje sin sentido.
Nadie murmuraba ya a sus espaldas, todos pensaban que estaba loco pero ninguno osaba levantar su cabeza.


LA PARED OPUESTA


Tras cinco jornadas andando llegamos a una pared, ante nosotros y en un ángulo de noventa grados respecto al suelo que pisábamos se levantaba una enorme pared sin limites que señalaba la cara opuesta a la que dejamos atrás, algunas jornadas antes, junto a ella permanecimos un rato sentamos apoyando nuestras espaldas en la misma.
Orné caminaba de un lado a otro, visiblemente preocupado pensando en que dirección elegir, un error supondría volver al arco inicial por donde salimos del túnel, pero eso no era lo peor, lo que le mortificaba era la idea de perder tiempo, dentro de sus cálculos entraba el hecho de unos cien días de marcha y la perdida de al menos quince más en bordear el perímetro de la bóveda sin avanzar le impedía pensar con su habitual cordura. Después de unas dos horas escogió el camino de la derecha. Orné durante su inspección en solitario había caminado con los ojos cerrados durante algunos tramos calculando una deriva hacia la izquierda inferior a los cinco grados, lo que suponía a lo sumo media jornada de marcha, eso sí, imaginando una salida simétrica a la otra pared. Orné calculó bien, pero un factor no calculado truncó su optimismo y la de los demás, después de andar casi media jornada encontraron la abertura. La puerta de salida de aquella estancia. Estaba situada a más de treinta metros de altura respecto del suelo, fuera del alcance del ellos.


LAS ESQUINAS


El grupo resignado siguió al cabecilla en silencio, más que desilusionado, estaba roto por el trasiego sin descanso, por la sinrazón de su misión sin sentido, todos querían volver, pero ninguno se atrevería jamás a levantarle la mirada al tiránico jefe, la muerte seria la única salvación para ellos, pues el nunca se rendiría.
Dos días más tarde se aproximaron a una esquina
Que les permitió girar a la izquierda y horas mas tarde de nuevo a la izquierda. Al menos algo cambiaba en la rutina de andar. La cara de Orné había perdido el gesto, no atinaba a comprender lo que sucedía, parecía como si alguien se riese de ellos. Como si su Dios se riese de él. Parecía como si hubiesen superado un muro y desandaran lo andado antes de llegar a la pared opuesta. A esto había que añadir el hecho de que la pared no era perpendicular al suelo, tenia un ángulo superior a noventa grados, algo que antes al doblar la ultima esquina no habían apreciado y ahora tras varias jornadas de marcha si se dejaba notar, a medida de que las marchas fueron transcurriendo el plano de la pared se fue inclinando mas y mas, hasta poder escalarse con dificultad.


LAS PAREDES INCLINADAS


Así siguió nuestro camino durante jornadas y jornadas andamos lo que no era ya lógico, pero ¿que era lógico en esta locura?, apenas nos quedaban víveres para un mes más de camino y zigzagueábamos de un lado hacia otro, todos en fila, una hora tras otra. Las paredes se inclinaban unas veces hacia dentro y otras veces hacia fuera marcando ángulos de menos de noventa grados y otras veces de mas de noventa. Era como si alguien caprichosamente jugando a algún maldito juego hubiese estado preparando nuestro camino con la única intención de volvernos locos de remate a todos, doblábamos a izquierda, luego a derecha, después a izquierda y luego otra vez a izquierda. el techo lo mismo estaba a un metro del suelo y nos obligaba casi a arrastrarnos ,que lo mismo empezaba a ascender hasta desaparecer de nuestra vista. ¿Que ardid era este?.


LA ESCALERA


Así anduvimos durante diez jornadas mas, tras un recodo el espacio se volvió a abrir y de nuevo las paredes u techo volvieron a desaparecer de nuestra vista, era curioso ver a la comitiva en fila, como una línea cortita en medio de ningún sitio, o cuando descansábamos tras una larga jornada de duro andar nuestros cuerpos bastante juntos, también en medio de la nada.

Andamos y andamos otros siete jornadas mas y sobre el horizonte comenzamos a divisar una línea oblicua, parecía ser una rampa que desembocaba en una puerta.
Allá arriba, muy alta, estaba situada una puerta ojival, nos aproximamos al inicio de la rampa y no fue esto lo que encontramos, fue una escalera con escalones perfectamente esculpidos pegados a una pared que terminaba allá en la altura.
Con miradas estupefactas iniciamos la ascensión por las mismas.
La escalera subía y subía pegada al a pared y con un lado abierto al vacío, que al poco dada espanto sin ni siquiera mirar al mismo
Tuvimos que dormir en los escalones y encogidos por que la anchura de estos no nos lo permitía.
Tres jornadas en total, al final de la tercera cruzamos una puerta de bastante altura como tres veces el mas alto de nosotros de alto y entramos en un pasillo que nos pareció sin fin.


LA ENFERMEDAD DE EMILIO


Emilio, el hermano Demetrio no paraba de toser, el había aspirado mas que ninguno de nosotros de aquel humo durante tres jornadas se estuvo casi arrastrando tras el grupo principal, la tercera noche no nos permitió descansar y entre estertores murió.
Todos le oramos en silencio, poco más tarde celebramos un oficio y encomendamos su alma al altísimo.
Llevábamos casi una semana sin probar bocado


EL PRIMER ALIMENTO


Orné fue el primero en probar la carne del cadáver de Demetrio abrió la boca y mastico en silencio sin mostrar ningún tipo de gesto. A continuación el hermano Claudio se puso un trozo en la boca y se lo tragó sin masticarlo. Andrés y Julián también lo hicieron igual. Después le siguieron los demás. Solo Francisco y Sebastián se quedaron sin comer, no pudieron soportar el comer del cuerpo del hermano Demetrio.


LA PUERTA DEL FINAL


Hace ya dos años que murió el primero de los nuestros Demetrio.
Antes del inicio de la jornada rezamos un responso por nuestro hermano fallecido.
El día comenzó como otro cualquiera, a eso de media jornada empezamos a notar un aire frío, que soplaba en contra de nuestro paso cansino. Nuestra sorpresa fue grande al girar una de las múltiples curvas de nuestro recorrido, de pronto pudimos ver puntitos de luz, nos acercamos a lo que resulto ser el umbral de salida. El punto final de nuestro recorrido, el camino había terminado.


LA SALIDA


Salimos a la intemperie después de más de dos años de camino tortuoso y terriblemente oscuro. Todos nos desplegamos en la gran llanura que se desplegaba delante nuestro. Todos hincaron las rodillas en el suelo rezando a Dios por su eterna generosidad de mantenernos vivos al final de nuestro viaje.


EL BORDE DEL ABISMO


Tras andar durante casi una semana llegamos por fin al borde, a nuestros pies se habría un precipicio sin fin. Un vértigo irracional nos invadió impidiéndonos acercarnos a menos de diez pasos de la caída. Al fondo se observaba el horizonte del mar que comenzaba a brillar al nacer el sol, según el cielo un amanecer en noviembre. Pronto caería un sol de justicia sobre nuestras cabezas.

Antes de iniciar la vuelta


LA COSTA CATALANA


El hermano Josías hizo un descubrimiento que nos hizo estremecer, tras un mes de brumas espesas que apenas nos dejaron vislumbrar la torre sur el frío de la mañana nos presentó una diáfana mañana, donde las gélidas estrellas refulgían como soles. Apareció ante nosotros la costa del golfo de Rosas desde la altura vimos una fina línea que delimitaba la tierra del mar, las montañas del litoral catalán aparecían nítidas. El sol comenzaba a brillar por el este cuando ya levantado nuestro campamento nocturno iniciamos la vuelta a la entrada de la torre.


CONJETURAS


Todo es irracional aquí, la altura a la que estamos, la ausencia de fuerte viento, la presencia de oxigeno y la ausencia de mareos provocados por la altura, la superficie se la llanura en la que termina la torre norte, las dimensiones enormes de lo que antes de iniciar el viaje solo tenia una milla de diámetro, solo Dios sabe los cientos de millas que hemos caminado por las entrañas de la torre, y las dimensiones de las múltiples salas que transitamos en nuestro camino, el haber aparecido aquí arriba en una torre distinta de la que iniciamos el viaje, es como si los túneles nos hubiesen conducido a través del espacio vacío o por debajo del mar de una torre a otra,

1ª Versión 1990

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